domingo, 19 de octubre de 2008

Revolviendo el cajón

El martes a la tarde, Valeria fue a visitar a Marina.

Ésta comía frutillas y estaba semidesnuda- amaba el despojo. Tenía una camiseta y unos shorcitos. Valeria toca timbre tres veces seguidas. Marina abre la puerta, y la saluda sin demasiada atención. Estaba leyendo una entrevista en un diario. Rápidamente le muestra la hoja a Valeria. Toquinho, cantante brasileño, dice: “Tengo una novia que cuando estamos juntos nos disfrutamos, pero sin planes de vivir juntos. Cuando viene a mi casa trae una maleta pequeña que me da la seguridad de que vuelve a la suya”.

Marina se ríe. Con qué liviandad se manejan ciertas personas en las relaciones. Y vuelve a pensar en la extrema necesidad del hombre de ser libre a toda costa. Y que la libertad se exprese en todas sus formas.

- “Ves! Son todos iguales… Ayer hablé con Gastón”

- “Ah, ¿sí?... ¿Lo llamaste vos o te llamó él?”

- “Primero me llamó él pero yo no estaba, y me dejó un mensaje de voz, así que cuando volví lo llamé. Y nada… qué se yo… nos contamos sobre nuestras vidas. Pero nada interesante. Es como que nos necesitamos, necesitamos saber en qué anda cada uno pero a la vez sabemos que las cosas tienen que ser así”

- “Sí, seguro. Me parece perfecto”, concluyó Marina.

2 comentarios:

Las Panderetas dijo...

No solo necesitamos ese sentimiento de libertad total, sino que tambien sufrimso mas el calor, sobre todo cuando tus compañeras de laburo no quieren prender el aire acondicionado y te obligan a leer la Playboy, ahi agarrate.

Besito compa.

Anónimo dijo...

Me liking the post, over here.-